ORIGEN Y DESARROLLO DE LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO, FUNDAMENTOS TEOLÓGICOS DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA

Este documento pretende ser un manual breve, que de forma sencilla y asequible, nos ponga al corriente de los peligros que nos acechan en medio de una sociedad cada vez más alejada de los principios de la Palabra, y en la que tenemos que saber "presentar defensa con mansedumbre y reverencia, frente a todo aquel que demande razón de la esperanza que hay en nosotros" 1 .
Como un complemento al manifiesto que la Alianza Evangélica Española ha difundido recientemente sobre la ideología de género y sus leyes impositivas, y desde su Comisión de Familia, creemos necesario seguir ampliando dicha información, sentando asimismo las bases de una correcta teología en cuanto al matrimonio y la familia, como principal institución a defender.
Vivimos tiempos complicados donde los pilares de la civilización Occidental están siendo removidos, las bases judeocristianas de Europa y Occidente están siendo negadas, mientras los nuevos conceptos del marxismo cultural y de la ideología de género están siendo impuestos en las políticas de la mayoría de sus países. A lo largo de la historia de la humanidad, tal vez ni siquiera las ideologías nazis o los regímenes comunistas más severos, habían logrado imponer a extremos como los que hoy empezamos a vivir, una ideología con pretensiones de destruir al ser humano en sus bases ontológicas2 , creando una nueva civilización de seres mutantes capaces de redefinirse y reinventarse al capricho objetivo de cada individuo.
Por otro lado y mientras la población autóctona europea envejece al no existir reemplazo generacional debido a las políticas abortistas y antifamilia del feminismo radical y su círculo de influencia, sumado a la llegada de millones de inmigrantes y refugiados de otras culturas que todavía mantienen la estructura familiar natural y por lo tanto se multiplican a un ritmo constante, provoca que desde ambos frentes se esté contribuyendo a fragmentar y debilitar la identidad de nuestros países. Sin que de ello se infiera un rechazo a la integración de otras culturas que asuman la tradición judeocristiana de Europa, sí que resulta particularmente peligrosa la radicalización de grupos islámicos que se sienten históricamente oprimidos por Occidente, y que de forma paralela a la comisión de atentados, presentan otro tipo de sutil lucha silenciosa, lanzando proclamas del tipo "la conquista de Europa no será por las armas sino por las barrigas". La decadencia de nuestra cultura se sucede a marchas forzadas, unos niegan la familia y la maternidad para conseguir sus objetivos, y otros las utilizan para conseguir los suyos. Mientras tanto nosotros, los cristianos, miramos para otro lado.
Por todo ello, queda demostrado que la persecución desde frentes tan opuestos como el radicalismo islámico y especialmente las doctrinas impositivas de los colectivos LGTBI, se centra principalmente en la población cristiana y particularmente en el ataque a la familia natural. La imposición de las leyes de adoctrinamiento en las escuelas junto con la pérdida de potestad de los padres sobre sus propios hijos, añadido a la merma de los derechos fundamentales de expresión, y sumado al hecho de profesar ser cristianos que defienden la vida y la familia, nos coloca en el punto de mira del movimiento LGTBI. Ahora los cristianos estamos en la disidencia y por el hecho de defender la heterosexualidad, la maternidad y la familia ya somos sospechosos.
De no cambiar la situación, pronto tendremos que sufrir la realidad de vivir al margen de las leyes impuestas.

"La caza del disidente y del heterodoxo irá acompañada de las restricciones a la libertad de expresión, el adoctrinamiento en las escuelas y la búsqueda de un chivo expiatorio, un culpable recurrente, el culpable de que aún no estemos en ese futuro luminoso de felicidad total que nuestros líderes nos prometían. Tradicionalmente ese papel lo han cumplido en Europa los judíos: se les podía echar la culpa de todo..., los cristianos, con el mensaje bíblico "hombre y mujer los creó", siempre serán incómodos para la ideología de género. Su insistencia en la verdad, en vez de someterse al mero sentimiento, hará que la nueva ideología oficial los intente silenciar, insultándolos, desacreditándolos, dividiéndolos, manipulándolos" 3.
El Salmo 11 en su versículo 3 dice: "Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?" Creemos que en primer lugar y ante la destrucción evidente de los fundamentos de nuestra civilización, se trata de conocer aquello de lo que pretendemos defendernos. Este es el primer paso para poder presentar un frente común y un plan de acción, pues debemos ser muy conscientes de una realidad social frente a la que no podemos permanecer callados.
Con toda la información que poseemos sobre la ideología de género, pretendemos resumir y definir sus postulados, para que desde una valoración sociológica y teológica, podamos tener un acercamiento equilibrado y una comprensión clara de lo que significa esta corriente de pensamiento totalitario dentro del nuevo orden mundial. No podemos defender la fe con piedras y palos frente a la artillería y persistencia del enemigo, solo por sabernos en el bando correcto, si queremos defender la fe, tenemos que dar la talla con valentía y decisión, pues la lucha es real. Por otro lado nos interesa proponer un acercamiento a las bases teológicas del matrimonio y la familia, pues como venimos diciendo, la familia es uno de los objetivos prioritarios que se pretende destruir. Frente a la ideología de género nos toca conocer para evitar, y frente a la teología de la familia, se impone conocer para aplicar.

No queremos resultar alarmistas, pero la conciencia social ha de ser despertada pues hay unos hechos que no podemos obviar y una realidad frente a la que simplemente no podemos permanecer pasivos. La invisibilidad del pueblo cristiano debe llegar a su fin, hay que posicionarse. Es tiempo de que la iglesia se haga presente en los problemas cotidianos, se constituya en una voz autorizada para defender nuestros valores, nuestra identidad, el futuro de nuestros hijos, y aun de la civilización occidental. Asimismo y amparados en la esperanza de nuestra fe, somos conscientes de que nuestras vidas y futuro no dependen de las políticas o ideologías de turno, sino del Dios creador de todas las cosas. A Él nos encomendamos haciendo nuestro el versículo que hace 500 años dio pie a la Reforma Protestante: "Mas el justo por la fe vivirá".